martes, 23 de octubre de 2012

¿Nos ponemos de idealistas o de racionales?


 Esto surge de una rola que no quiero mencionar porque muchos huirían antes de leer todo esto por la simple fuente del devane.

La cosa es simple: ¿Qué es lo ideal, escoger a la pareja de vida con la cabeza o con el corazón?... antes de que se me tache de cursi analicemos, o sea, hay que separar el todo (sic) en sus partes (sic 2).

La primer parte (o de arriba para abajo): la cabeza. Gran problema pues muchos de los pensadores que analizan el amor (sic 3) lo consideran un estado de locura o de somnolencia, una hipnagogia si quieren, un estado de estupor disfrutable, una especie de depresión bonita; o sea, como si tuviéramos gripa, pero con el corazón a todo lo que da. Sigo pues en la cabeza. Por eso algunos dicen que no, que el amor no va por esos vericuetos. Sin embargo ubicuidad: que arroje la primera piedra el que no se haya equivocado todas (o casi todas) las veces que escogió su pareja con el corazón, ergo, lo ideal es pensarlo bien. Sería entonces como comprar un coche (hombres) o una bolsa (mujeres) (perdón por lo sexista, pero pretendo ubicarnos), entonces el hombre no elige el coche que su corazón le dice, elige el que llena sus NECESIDADES, igual la mujer: elige la bolsa que NECESITA.

Una necesidad es la ausencia de algo indispensable para vivir, o menos ortodoxo: sería lo que queremos tener de acuerdo a lo que creemos necesitar. Amor-cerebro seria elegir el más apto para nosotros, así bien animal y primitivo el asunto.  

¿Entonces por qué no elegimos a la mujer/hombre que llena nuestras necesidades? Y me refiero a necesidades biológicas, mas allá de necesidades sociales-exhibicionistas. No tengo la respuesta, pero tengo una aproximación: por estúpidos. El cerebro se nos ha ido atrofiando gracias a las prótesis que la sociedad nos ha ido poniendo, prótesis que no necesitamos como lo es el consumismo en sí. Entonces uno prefiere una mujer/hombre delgada aunque sus características reproductivas estén atrofiadas o aunque la tisis esté en su punto más alto. Tampoco digo que escojamos personas con sobrepeso, aunque hay un dato interesante al respecto: en ciertos lugares del mundo se escogía a personas con sobrepeso por un principio simple: puede adquirir el alimento necesario, nada nos faltara con esa persona porque puede proveer. Pero no, seamos más racionales: lo ideal es una persona con características acordes a NUESTRAS NECESIDADES, no a los paradigmas de la sociedad.

Pero… siempre hay peros. ¿El sentimiento? La idea no es encontrar a una fórmula, una persona que sea como una especie de pieza de tetris encajando en un grupo de otras piezas en nuestro cerebro, sería muy limitado al sistema tan complejo de pensamiento que es el hombre. O sea, hay un desarrollo cognitivo e intelectual y si la persona que está a nuestro lado no tiene dicho desarrollo adecuado a nuestras necesidades futuras nuestra fórmula original se echa a la basura. ¿Podríamos prever esto con una correcta elección cerebral? Pues no, porque el desarrollo a futuro incide también en somatotipos y genética y demás cosas, en resumen tendríamos que pasar por una maquina que escaneara el cien por ciento de nuestro ser para poder indicarnos la pareja adecuada… ni es posible hoy en día ni es la idea. No es una cosa tipo “Mundo feliz”. Además si así fuera es más práctico las sociedades comunales donde dos o más personas viven juntas y cooperan para sobrellevar gastos comunes de casa. Pero perderíamos un elemento retrograda,  que a mí me encanta: ser dos en una unidad. Un poco cursi; pero puedo ser mas cursi, ser uno en dos personas, o sea, la pareja, que para mi sigue siendo el ideal, lo otro seria un amor comunal y sería tema de otro divague posible, otro día.

Ora, el corazón. O los sentimientos pues, porque no quiero tener que aclarar que el hombre supone que los sentimientos se alojan en dicha víscera solo por la alteración del ritmo cardiaco cada que hay una emoción, llámese como se llame pero sí creo que las dos que alteran mas los latidos es el amor y el miedo. Pues bueno, acordemos para variar el corazón como saco, no de sangre, sino de amor…



Creo que explicar esto se me facilita un poco más, al menos la perspectiva, porque ya lo dije arriba: ¿Quién no se ha equivocado al elegir a su pareja basándose en sentimientos y sin poner un poco de razón? En serio, que levante la mano porque es como sacarse una lotería mundial con menos probabilidades que las de encontrar un perro que habla y luego te caiga encima un rayo… cliché.    

Y es que resulta fácil: siempre las personas (yo me excluyo) se enamoran más de quien más daño les hace. He buscado la forma de explicar esto y no se me ocurre otra que la diada salud-enfermedad. Supongamos que tu eres una persona que por azares del destino nunca se enferma en la vida: no apreciaras la salud en su justa medida. Ahora eres un tísico, una persona que se enferma fácilmente; lo que sucede es que fácilmente quieres la salud, la añoras, la necesitas. Pues bien, cambien el sujeto por amor pero la sensación que sea la misma: en una relación donde nunca hay pleitos y siempre estamos felices se nos genera un estado de monotonía y de costumbre donde no se mueven las emociones y el amor se confunde con la nada, como la salud, que uno no sabe cuando la tiene porque no se siente, el amor igual. Y cuando se va, si hemos llegado al punto de la costumbre, el sentimiento sigue suponiendo que regresará, de ahí que no se aprecie una buena relación.

Al contrario, una relación de “pégame pero no me dejes” nos muestra a diario los dos polos del sentimiento, así que se va generando una dependencia basada en los buenos momentos y el temor a no tener la compañía de la pareja a pesar de los malos momentos. Así de fácil es el por qué se hacen adictos a las malas relaciones… ¿o no? Además de otros elementos que son piedritas al costal que tampoco caben mencionar ahorita aquí.

En fin, ni corazón que es montaña rusa del amor ni cerebro que es agua tibia en un día tibio. Entonces que Arjona no me venga con eso de “escoger con el cerebro lo que es del corazón” que eso si, debo confesar que me encanta la rola con el minimalismo o la sobriedad del piano, como le quieran llamar.

Mi propuesta: sentir y saber lo sentido. O sea, se debe sentir intensamente toda la vida: el bien y el mal, el dolor y el placer; luego darnos cuenta de lo que estamos sintiendo, pero no razonarlo, entenderlo que es distinto. La razón actual nos dice que hagamos un esquema, que analicemos, que construyamos un diagrama, etc., lo que sea. La idea, la mía al menos, es saber lo que es, simplemente, vivirlo como es, así como eso del respeto al derecho ajeno: si respetamos entendemos al otro aunque no comulguemos ideas. Igual con los sentimientos, entenderlo y aceptarlo tal como es. Ahora bien, en cuestión de amores…

Pausa larga…

Pues la cosa es simple: esperar la persona adecuada, ya el cerebro sabrá ponerse de acuerdo con el corazón si hemos entendido lo que se siente y lo que es en sí el amor. El cerebro solo pondrá en orden lo visceral que llegamos a ser en las relaciones, es como si cada vez que haya problemas (habrá problemas que si no no es amor) entendamos la parte del respirar de las piedras y la situación llamada otredad (para mas aclaración sobre la otredad agarren un buen diccionario de filosofía). Pero así es, un poco de sesos y un poquito de sangre, un hilito apenas de cada cosa para un rico taco… amo la cocina… Au revoir!
 
 
F. Mictlan Arriaga V.

P.S. Gracias por ponerme a escribir mi hermano, me hacia falta.
P.S. 2 De todas esta es una de las mejores rolas...

miércoles, 5 de septiembre de 2012

LEER Y DEFECAR

 
 
 
 
¿Leer? No, gracias…
                Parte 1: No leo, luego existo.
                Leer es un hábito, que, como todo mal hábito, se adquiere, no se nace con el gusto (alcohol, tabaco, café, chocolate…). Pero vamos más allá: es un vicio. La mayoría de los lectores habituales o habituados o enviciados no podemos dejar de lado la máxima Nietzscheana: “Un día que no leo o que no bailo es un día perdido”. Por mi parte tengo muchísimos, infinitos días perdidos porque no bailo ni habiendo nacido trompo (ni yo-yo).
                Eso sí, no pasa un día en que no lea, y no digamos del “nuevo” pero tan viejo concepto de leer el mundo en sus “distintas presentaciones”. Leo de forma tradicional, no me gustan los nuevos soportes, prefiero el tradicional libro y ahí me quedo.
                El problema es ese: diario leo un poco. Y es que como decía: si leo no existo; para leer hay que invertirle tiempo, hay que sentarse un rato. Que si bien he leído caminando no es recomendable, termino sentado o boca abajo. Entonces, si leo no hay diálogo con el otro, con la persona de a pie. Entonces no existo al leer, hay que no leer para ser de sociedad.
                Sin embargo, desde que a un griego se le ocurrió (como todo se le ha ocurrido a los griegos, hasta el mp3 venía de los griegos) la frase aquella de que el hombre es un animal social por naturaleza quedamos completa y trágicamente condenados a nunca estar solos. La soledad es una utopía. En verdad, todo aquel que se llegue a sentir solo es una ilusión, ya quisiéramos estar solos un momento en verdad.
                Bueno, no leo luego existo, leo y existo, pero torcidamente. Los lectores somos los arboles torcidos porque de una u otra forma nuestra interacción social se pervierte en las palabras del otro, las palabras recogidas durante siglos de sabiduría. Así que existo, pero a veces sin el sentimiento de novedad ante las imágenes o las frases de la mayoría, las de superación personal, las de apoyo y/o los clichés. Entonces el lector va un paso delante de la sociedad y aquí la referencia personal: si vas adelante vas solo (o en tu defecto acompañado por similares, que son los menos y muchas veces alejados y otras tantas distanciados ideológicos, que a fin de cuentas es lo que vale, no estar de acuerdo pero tener argumento, no verborrea).
 
 
                Parte 2: No leo, es un vicio caro.
                Pues sí, no creo que haga falta explicar. Explico. Un libro, para la mayoría de los países, oscila entre 2 y 10 salarios mínimos o más aun, pero me quedo en lo “común” (en México vamos desde 50 pesos un titulo bueno, pero de dominio popular en edición poco… ¿cuidada? Hasta 600 pesos, 800 los títulos de contemporáneos, de rarezas que valen la pena y en ediciones muy bien cuidadas).
                Y no es que esté seguro de los demás países, sólo de unos cuantos.
                Pero bueno, están las bibliotecas… no, esas son cárceles de libros. Primero son los libros que alguien dijo que eran los buenos. Segundo: nos obligan a estar en silencio o quietos, ¿Qué pasa si leo “El que no lea este libro es un imbécil” de Oliverio Ponte Di Pino y quiero soltar la carcajada? Y por último ¿tengo que dejar mi café fuera? En él mejor de los casos me habrá abandonado y no engañado con otros labios…
                Esta boca es mía: he rescatado algunos libros de las bibliotecas aunque no me dejen entrar después. Y no los robo, los rolo. O sea, los presto. Es importante tener físicamente un libro, al menos para mí: me sirven de arma de aislamiento para otros seres que comparten mi gusto antisocial, o los recomiendo, como se dice normalmente. Así que tengo que comprarlos, “no robarás”.
                Luego tengo que trabajar para comprar estos libros. Si trabajo no tengo tiempo para leer. ¡Tengo que trabajar para vivir! Quién fuera Sartre para leer un libro diario…
                Leo ergo soy pobre. Trabajo ergo no leo. Trabajo ergo leo ergo soy un pobre lector pobre… o rico lector pobre, qué más da, tengo que seguir comiendo y trabajando y leyendo.
 
 
                Parte 3: (la que duele) Odiamos al que lee, o al menos causa problemas.
                Sucede que en la sociedad el que lee es un nerd, o un matado o un “contreras” porque para todo hay un argumento a favor y miles en contra. El solo hecho de conocerlos, uno o dos, basta para ser visto como bicho, o como un contestatario o anarquista.
                Para los que leen: me recuerda una pareja que decía: “si nos divorciamos el problema no será quién tendrá la custodio de los hijos, sino quién se quedará con los libros…” y luego las discusiones por libros puede ir desde una página perdida (separador) hasta el subrayado o el cuidado de los libros.
                Lo ideal para alguien que lee es estar con una pareja por: 1.- siempre sorprendes con datos 2.- pareces inteligente 3.- conquistas con plagios, poemas plagiados 4.- no habrá discusiones sobre el nihilismo del existencialista o el humanismo del existencialismo 5.- son TUS libros.
                Pero hasta aquí no he dicho nada que no sepa el que lee y que algunos que no leen supongan. Aquí viene lo bueno.
 
 
                Parte 4: Leer ayuda a la evacuación (a defecar pues)
                Soy de los que tienen un libro en el baño. En una ocasión encontré a mi igual: una dirección cultural de cierto estado que guardaba sus libros descartados de las bibliotecas municipales en estanterías en el baño. En el mejor de los casos tomábamos uno para leer mientras descansábamos con los pantalones a la rodilla, los bóxers, calzones, bragas al mismo nivel y sentados al “trono”. En el peor de los casos no había papel: no hay presupuesto para papel higiénico pero hay libros de descarte (cuidado con los hongos por humedad de los libros).
                En fin, en mi humilde hogar tengo libros en cada uno de los dos baños (generalmente de filosofía); paso un buen rato en el baño, voy al menos dos veces de visita a tan apreciable lugar y leo un par de páginas por vez, así que a la semana he leído un cuento corto al menos. Yo no filosofo a martillazos, yo filosofo a pedazos… o en pedazos (por partes, sin doble sentido).
                En fin, si nos acostumbramos a leer en el baño todo mundo leería su par de hojas diarias. Bueno, hagamos cuentas: media página una vez al día o cada tercer día, para los casos estreñidos extremos. Luego se va aumentando la ración: una página una o dos veces al día. Así sucesivamente. ¿Resultado? ¡Obvio! ¡En el mundo habría menos estreñidos! Ah, sí, también mas lectores.
 
 
                Fábula:
                Cuando el extremo del orto quiso tomar el control del organismo, por encima del corazón, pulmones y cerebro, todos lo ignoraron, así que se cerró herméticamente. El cuerpo no se pudo deshacer de sus sobrantes y el malestar era inaudito, insoportable. Después del tercer día el cuerpo resucitó… bueno, no, el cuerpo acepto el mando del esfínter y el cuerpo descanso.
 


 
                Moraleja:
                Hay que leer para hacer “del cuerpo” sanamente… la moraleja original es que desde ese entonces todos los jefes tienen cara de culo, pero ese no es el tema, así que la moraleja es que hay que leer en el baño al menos y la cultura asciende, así como disminuyen los estreñidos, ¡hagan la prueba!.
Ah sí, estadísticas: dos páginas al día al menos, una por ida al baño (aunque deberíamos ir tres veces al día) es igual a 730 páginas leídas al año, que es al menos un Quijote, dos divinas comedias, un así hablo Zaratustra, con un filosofar a martillazos y un Ecce homo, o lo que ustedes quieran. El mexicano subiría en su promedio de lectura anual y mejoraría también, insisto, sus situaciones intestinas, escatológicas u ortales, cagaríamos mejor hombre. Y alguien que ha defecado bien es más feliz… ¿no?
Mictlan Arriaga V.

jueves, 9 de agosto de 2012

FIN DEL PLACER, HE DON(ADO)ISTO (Pt. II)

      

          Siempre he creído que soy bastante hedonista. Al parecer estoy en un error.

          Creo que el hedonismo no es obviamente el placer por el placer, sino que hay un “bien” más allá, casi he llegado a creer que la sabiduría es el hedonismo supremo, pero al parecer estoy rotundamente equivocado. Antes que nada vale la pena aclarar: soy hedonista no por la búsqueda de la sabiduría, me creo hedonista por el egocentrismo que le comparto al otro (sic).

          Estamos lo bastante grandecitos, al menos de ideas, como  para ponerme a explicar la etimología de hedonista y por lo tanto derivar en placer; sin embargo sí tengo que citar a los griegos, ellos están más grandecitos que nosotros.

          No me considero completamente a favor o en acuerdo ni con los Cirenaicos, ya que si bien mi placer está por encima del otro y aunque esto pueda causar placer al otro el fin será siempre mi placer. Hipócrita, mentiroso, hasta estúpido el que suponga lo contrario. Si leemos un poco de psicoanálisis el altruismo, que a grandes rasgos seria ayudar al otro “desinteresadamente” y por encima de sí mismo, es una patología. Vilmente una patología y de las destructivas para el Yo en perspectiva biológica y de masas. El ser altruista, podríamos decir, encuentra placer en la inmolación, en la divinización, en ser colocado en el pedestal con el argumento “es tan bueno(a)”; no es tan descabellado si lo analizamos un buen rato (un muy buen rato por favor, antes de criticar); el altruismo se rige bajo el principio del bien. El principio del bien es SER BUENO. Ser bueno se encuentra en el self, en si mismo ¿Quién, si no yo, es importante que sea bueno? Y eso me reporta placer si soy un ser altruista. Entre más madre Teresa, Gandhi o Cristo sea, más placer a mi ser de bondad y a mi ego y a mi yo. (Aquí no tocaré el placer que conlleva la aceptación social)

          Primer apología de mi discurso: no estoy en contra del altruismo, al contrario, aplaudo a los que tienen la capacidad de cargar con semejante patología, a veces mas autodestructiva que la patología que le siga, sería deseable que todos tuviésemos dicho “mal”, pero la ciencia y el pensamiento no habrían avanzado si todos estuviéramos cojeando de ese pie. Estoy en contra de los imbéciles que se creen buenos desinteresadamente, seamos realistas, aquel ser bueno busca una retribución, si quieren coméntenlo con la madre Teresa: quería el cielo, lo que es el bien máximo como recompensa en su religión, ¿no?

          Decía de los Cirenaicos, que suponen el hedonismo por encima de todos y desde mi perspectiva no lo es así, sería más correcto decir por encima a pesar de y por vía de los otros. Que tampoco me satisface al cien por ciento (no me es placentero concordar).



          Ni me considero completamente a favor o en acuerdo con los Epicúreos, pero también tienen lo suyo. Vamos, que promulgan el placer a través de una excitación sensorial, de los sentidos pues. También podemos decir entonces que Epicuro de Samos es entonces el padre de todos los vicios. Pues si y no. Lo es en medida que el hombre ha ido buscando las vías del placer en sustancias químicas, en diversiones banales y superfluas poco espirituales (sic) y otras vías más bien perversas y distorsionadas. Y no, porque los Epicúreos sostienen que el placer debe ser buscado sin dolor, o sin error, sin mediación del posible sufrimiento para alcanzarlo (aquí es donde los epicúreos y los cirenaicos chocaban). El placer solo puede ser alcanzado como equilibrio al dolor o al sufrimiento ya que este es, naturalmente, lo que nos mueve a cierto fin: el hambre nos mueve a alimentarnos, el sueño a dormir, el cansancio al descanso, hasta una necesidad de socializar es parte de la naturaleza humana que nos ha movido a generar lo que llamamos sociedades civilizadas. Por tanto aquí creo que los epicúreos se contradicen a sí mismos: la búsqueda del placer sensorial solo es viable a través de cierto sufrimiento.

          Segunda apología de mi discurso: el hombre tiene la “capacidad” de depurar elementos, esto tomando como referencia la ambición, que también es placentera en sí misma, por lo que hemos ido avanzando en la búsqueda del placer sin dolor a través de medios que terminan siendo dolorosos, a veces más que el dolor primigenio, por lo que dicha búsqueda de depuración se justifica a si misma al crear dolor… (Sic 3)

          Soy hedonista, pero más al modo de Erich Fromm (un gran “sic” para mi, que me considero poco Frommiano), donde postula que el placer es el resultado de la liberación de una tensión, de un elemento tensionante y entre mayor sea esta tensión el momento de la liberación es más placentero aún.

          Esto parece ser más una apología entonces para el masoquista y para los mártires. Pero no lo es tanto. Si vemos con lupa el mártir busca el sufrimiento con la esperanza de que acabará, pero se estanca en el camino. El mártir es una suerte similar, busca el sufrimiento con la promesa de la recompensa liberadora. Debería ser idealmente un orgasmo de proporciones épicas, bíblicas, descomunales ____(coloque aquí el adjetivo más adecuado según su placer)____.

          No. El problema con este punto es donde la sociedad ha ido degenerando, aún con temor a parecer conservador o mojigato. Yo soy parte de la degeneración por lo que puedo hablar con autoridad del tema.

          El ser humano social se perdió en el camino. El ser humano en su búsqueda del placer, porque todos somos hedonistas, llegamos al punto de creer que el camino era el placer. Por eso el masoquista, por eso el sádico y por eso tantas personalidades. Vamos en la búsqueda del placer per se y del placer sin sentirlo en donde debemos. El placer no está en los genitales ni en el cerebro. El placer para empezar es una idea. Como tal no está en ninguna parte. Pero creo que el placer, al menos, no está en la búsqueda del placer.



          El placer es entonces un tipo de idiotismo, un pendejismo. El placer dista demasiado de la sabiduría. Para la filosofía oriental lo insípido es el zen por excelencia (me baso en Françoise Julien). En su libro “Elogio de lo insípido” nos explica claramente que lo que está inclinado es, obviamente, no sabiduría. Lo dulce o lo amargo están en extremos opuestos, jamás en un equilibrio, por lo tanto no existe ahí sabiduría. Esto es para todo. El sabio no debe estar inclinado a ninguna parte, la sabiduría es por tanto aplacentera. Sin entrar en polémicas podríamos decir que un sabio no es bueno ni es malo, solo es. Por lo tanto un sabio no tomaría partido a favor o en contra de los nazis por ejemplo, tal vez tomaría partido sólo por sí mismo. El sabio, entonces es un desentendido, un desobligado, como todos los revolucionarios diría Baudelaire. No esperemos entonces que el sabio sea un filántropo. Me dan hueva los sabios por lo tanto si carecen de placer.

          Sin entrar en detalles, Pier Paolo Pasolini en su película “Salo o los 120 días de Sodoma” promulga: “No hay mayor placer que ser víctima y verdugo”. Frase que aún me tiene atrapado en parte por el enigma que me representa, pero mi inconsciente lo tiene resuelto, ya que se que todos los días, al obtener placer, de alguna forma somos víctimas y verdugos de alguien. Solo me falta llevarlo al plano completamente consciente para disfrutarlo en verdad. Por lo tanto estoy de acuerdo. Y a fin de cuentas, en una relación humana eso somos, por eso amamos tanto. Y por eso las relaciones enfermizas nos atrapan más que las equilibradas, nos da más placer el sentir la liberación de la tensión cuando intercambiamos roles continuamente entre victimizar y que nos victimicen, luego entonces también nos victimizamos. ¡Tres veces placer! Para un soltero como yo, soy lo peor de la aplacentero… (Después de todo, placer y placenta comparten raíz, la placenta era placentera, fuera de la placenta no hay placer, soy aplacentero, sin placer y fuera de la placenta [si me doy cuenta de esto soy mártir, por lo tanto me da placer este conocimiento, así llegamos al placer que encontramos en el dolor del insight, el placer del conocimiento que es dolor en estado cerebral])

          El mundo tergiversó la concepción del placer y lo convirtió en el camino del placer: si me drogo obtengo placer sin el dolor, pero el equilibrio busca a fin de cuentas el dolor, así que genero mi desgracia cuando pasar el efecto de la droga (dios me castiga por drogarme… jajajaja, era broma y tampoco me remito a todos los tipos de drogas); pero eso sí, el placer cada vez se vuelve más huidizo, así que cada vez se necesitan dosis mayores. El adicto al sexo es porque no siente tanto placer como el que practica el sexo tántrico. Aunque el tántrico huye a la consecución del placer, así que no sirve de nada tampoco. El placer, en nuestra sociedad decadente y casi apocalíptica, nos ha llevado al placer a medio camino.

          No quiero pregonar el retroceso a la civilización conservadora, pero sí señalaré algo en debate entre Michael Onfray y Éric Zemmour: sin la religión el placer hubiera sido menor, la ciencia hubiera avanzado menos, pero no por la religión en sí, sino por la prohibición que sirve de estimulo a los liberales y a los contestatarios. No es que Giordano Bruno haya sentido placer al ser quemado en la plaza de las flores, pero sostener sus ideas a pesar de la religión fue en base al placer del conocimiento y de la redención posterior, misma que logró. 

          Puntualizaré (otra vez): el hedonista se aleja de la sabiduría. Los Cirenaicos no son completamente hedonistas como tampoco los Epicúreos. Mientras que Fromm considera que el placer es una liberación de tensión y me convence casi por completo, me hace ruido y me gusta la idea de Pasolini: el máximo placer = verdugo/victima. Me agrada también la idea del placer por irresponsabilidad,  si no egocéntrica de Baudelaire. Y tanto Onfray como Zemmour parecen intentar ponerse de acuerdo en la medida de la necesidad de la represión como catalizador unas veces y otras generador de placer.


("The Kiss" Peter Witkin)


           Y aún no me remito a dos grandes exponentes: Freud y Schopenhauer.

          Del primero, Sigmund Freud, sólo puedo exponer lo que dice: el placer es en base a la economía de la psique: evitar el displacer; y se contrapone a las teorías tradicionalistas donde buscamos el placer, mencionando que el placer en realidad es lo que mueve nuestros actos en sí, o sea, si no obtuviéramos placer al actuar no actuaríamos. Es placer per se, en sí mismo por sí mismo, sin precursor o antecedente, por economía psíquica. Entonces, el mecanismo psíquico busca evadir el displacer, incluso desde el inconsciente. Jean Laplanche señala que si el placer genera el actuar desde el inconsciente el placer entonces se pierde también ahí. Además señala que Freud sólo aborda la postura previa de Fechner. A mí solo me queda agregar que al abarcar Freud la idea del placer-displacer le da pie a la idea de Fromm sobre el placer como resultante de la liberación de tensión/displacer.

          De Schopenhauer… Arthur Schopenhauer… el señor es un fatalista y un teórico del amor y la nada. Por lo tanto el placer consiste en evitar el hiato, la nada psicológica inexistente, el no esperar nada bueno y esperar todo lo malo, comer un sapo todas las mañanas, así lo que venga es menos desagradable y no esperar nada bueno nos dará placer en dos puntos: al obtener lo esperado y al obtenerlo en medida moderada.

          Para no seguir divagando sólo me queda un área por el momento: el arte. El arte no es una fuente de placer en sí y en general. Es igual que todo. Disculpen lo vago de la definición, pero así es, es tan vago; no podemos suponer que el arte es el bien máximo ni que el arte es una vía de sublimación que libera la tensión y nos da placer. Al menos no lo podemos decir desde el punto de vista idealista. Lo comentaré en dos apartados:

          1.- no todo el arte es placentero. Mientras que yo disfruto con una buena composición musical otra la considero ruido. Mientras que disfruto la literatura y la música puede que no entienda y no disfrute un comino de danza o de pintura. El arte no es placer; cierta actividad artística puede ser placentera para mí, no el arte en general. Suena obvio, pero no lo es, debemos aceptar entonces que no todo el arte nos otorga placer y empezar a delimitarnos para llegar a saber y conocer nuestro placer.

          2.- incluso una disciplina artística que me reporte placer no es en si EL placer. Pensemos rápidamente en los artistas atormentados, incluyendo a los que se han suicidado por lo atormentado de sus vidas sin lograr el placer en su actividad. No sólo en los transgresores, incluso en algunos conservadores y en otros vanguardistas incomprendidos. Vamos, el ejemplo más obvio: Van Gogh, se pueden oponer dos argumentos, al menos los que se me ocurren: su padecimiento era psiquiátrico y nunca logró vender más que un cuadro. Pues bien, la idea del placer es liberar tensión o reportar un bienestar, el arte de este pintor entonces no le trajo ninguno de estos dos elementos lo que desacredita al placer en el arte. Y el arte no busca ser reconocido o vender, el arte es un medio de comunicación además de sublimar. La venta es secundaria, más allá de que Van Gogh tuvo a su mecenas: su hermano.



          Por lo tanto, el hedonismo es algo banal, poco concreto o definible. El hedonismo no es sabiduría ni el placer lo es. No es la finalidad de la vida.

          El hedonismo es lo mejor y yo no soy hedonista, los hedonistas van a misa, son la sociedad y la socialización. El hedonista es la sociedad en sí en su construcción abstracta, no soy hedonista, lo que me aterra.

          (Para no hacer más largo y aburrido esto omití el placer de los sentidos como la comida… necesito una rica cena…)

Mictlán Arriaga V.  

domingo, 29 de julio de 2012

SER O GNOSCE TE IPSUM (pt. I)



El problema con el gnosce te ipsum es el pensamiento estandarizado. Todos nos conocemos, el problema es que no sabemos cómo lo conocemos y cómo lo sabemos. Pues si, en la actualidad se nos diseño una forma de aprendizaje y de transmisión de dicho aprendizaje estandarizado para millones de personas, cuando las características de dichos millones de personas son completamente distintas.

Aunque tenemos rasgos similares el fondo es completamente distinto. Podemos acordar en otorgar ciertas características a un color y así las características de dicho objeto como yo lo percibo se repetirá de la misma forma en que el otro percibe características del mismo objeto y por el consenso seguiremos estando de acuerdo en que sigue siendo el mismo color por ejemplo. Sin embargo, acceder al entendimiento del otro de forma significativa es imposible por el método tradicional que nos enseñaron: palabras acordadas o términos consensados.

Pensemos, para aclarar solo un poco, en un daltónico: podemos explicarle el orden de los colores de un semáforo para hacerlo “funcional” en términos de vialidad: entenderá el orden verde, amarillo, rojo y funcionará como los no daltónicos lo hacen, respetando el alto, preventivo y siga; sin embargo el ejemplo llega hasta el punto de la llamada, también por consenso, “capacidad diferente”, para el siguiente acuerdo las personas normales, o mejor dicho, las personas que entran en una norma (para evitar el uso de normal-anormal y así no entenderlo de forma despectiva) el consenso o la adecuación social de parámetros se vuelve más complejo.

Funciona tal vez mejor un ejemplo más claro: un músico virtuoso o de los llamados con “oído absoluto”; una persona de la norma en cuanto a capacidad apreciativa musical se refiere, puede captar variaciones de hasta medio tono, sin embargo personas con oído absoluto se dice que pueden captar variaciones de una nota de hasta una quinta de tono. Más claro aun: la persona normal maneja el nombre de poco más de 8 colores, un diseñador grafico tiene la capacidad de manejar más de 20 variaciones de tonos con sus respectivos nombres; un buen diseñador, claro.

Lo anterior podría parecer un poco contradictorio en sí mismo, ya que inicio señalando que el error se encuentra en la estandarización de la educación y brinco a la ejemplificación en base a términos estandarizados por los teóricos. Sin embargo, mientras no encontremos una mejor forma de explicar-se al otro tendremos que seguir recurriendo a lo apre(he)ndido de forma tradicional educativa. Y es un problema a nivel mundial, la educación ha sido urgida de reformas constantes y no es porque el hombre vaya cambiando a pasos agigantados, si bien ha avanzado en tecnología y en aprendizaje los mecanismos siguen siendo prácticamente los mismos desde el nacimiento de la cátedra.

Ningún país se salva, así gane el primer sitio en la prueba PISA hay una constante necesidad de reformas educativas.

En fin, la idea aquí no es criticar el sistema educativo, que da para kilómetros de letras, sino para expresar lo inexpresable: el conocimiento.

La forma en la que conocemos está basada no en el conocimiento en sí, sino en la finalidad de transmitirlo. Es más importante enseñar que entender, para muestra basten las tablas de multiplicar: las sabemos, en la mayoría de los casos y en todos los casos a nivel básico, al dedillo, es decir de memoria, por su función musical tal vez (dos por una dos, dos por dos cuatro, dos por tres seis, etc…) o por la educación condicionada (premio / castigo) o por mecanismos similares. Es hasta que el juego de la lógica entra al tablero que relacionamos la función multiplicadora. Así sucede con todo. Conocemos lo que conocemos en base a palabras o a imágenes. Incluso los griegos manejaron ese error cognitivo: las virtudes son representadas y no solo eso, tenían que ser femeninas; lo considero un error, aunque involuntario tal vez, si seguimos con el ejemplo anterior: a los niños se les tiene que formar en dos etapas: la concreta y la abstracta… caigo en un error involuntario: “se les tiene que formar” y es precisamente esa formación la que tenemos que eliminar.

Y pareciera ser mi error pero es más bien mi límite: no sé cómo podríamos generar un conocimiento transmisible a través de persona a persona sin que medie por nuestros sentidos. Sin embargo el conocimiento es posible.

Lo concreto es la parte consensuada cognoscible y sobretodo perceptible (aunque no podríamos asegurar la forma perceptible individual). Lo abstracto en cambio plantea el meollo del asunto.

Las abstracciones son a fin de cuentas lo que se busca conocer: ser, alma, muerte, tiempo, otro, amor, odio, felicidad, justicia, moral, estética, yo…

Wittgenstein lo mencionaba con palabras más, menos: el límite de la filosofía/conocimiento es el límite del lenguaje; Jacques Lacan ha sido el Psicoanalista propulsor del lenguaje como motor de la psique (y no me refiero a la cura del habla, para los freudianos). Y todo filósofo y psicólogo y humanista, antropólogo, etc., ha acudido al lenguaje en diferente medida. Todo científico ha acudido al lenguaje en mayor medida (estos en el lado de lo concreto), sin que se entienda que no considero científicos a los humanistas, al contrario. Pero la distancia entre una rama y otro es la materia de investigación: lo tangible y lo intangible. Y considero que ambas ramas se tocan necesariamente y se influencian necesariamente.

En fin, olvidemos dogmatismos sobre el procedimiento lógico, el científico, el educativo y vayamos al punto: el conocimiento o el saber…

¿Qué sucede cuando un bebé recién nacido tiene hambre? Mejor dicho ¿Cómo sabe que tiene hambre? Sólo lo sabe. Así podría plantear todas las necesidades fisiológicas del bebé lo que nos dejaría en un límite del conocimiento solamente: el fisiológico y no quisiera que todo esto se interprete con la base del hedonismo. Para dar el salto al conocimiento global tendremos que tener presente el procedimiento científico y algunas leyes físicas como las de Newton… retorno a los bebés: las madres van observando, si son cuidadosas, los llantos del bebe, los sonidos, los gestos, etc. Así también el bebé va haciendo su parte y va razonando lo que nosotros tenemos como fórmula: a toda acción corresponde una reacción; pero sin este formulamiento concreto-abstracto. Sólo lo sabe.

Partimos todos del mismo lugar y estamos en el mismo lugar que todos, lo que nos permite suponer un paralelismo y lo que es más, yo supongo una situación: no soy un bebé y si lo fuera no podría explicar lo que intento en base al lenguaje, al menos no al lenguaje “de adultos”, ni siquiera, tal vez, habría un lenguaje de bebés en el que me podría explicar, sin embargo el conocimiento lo tendría, lo que es más, tal vez otros bebés entenderían mis necesidades, las sabrían, mejor dicho, sin entenderlas o sin saberlo como nosotros las entendemos o sabemos.

Lo que pretendí decir antes es que el conocimiento y el saber existen aunque no lo tengamos formulado o descrito o codificado en signos y lenguaje. Y al contrario, ese conocimiento codificado llega a ser un paradigma y peor aún, un dogma. Cuando esto sucede nos llega la angustia, que no explicare ahorita, si han leído a Heidegger no hace falta, en caso contrario cuando pueda codificarlo en signos lo haré. Esa angustia del “no saber” lo abstracto, los ideales, lo que nos mostraron como mujeres vendadas o querubines con flechas y arco. La angustia de desconocer el amor, la bondad, la maldad, el ser, el otro, la muerte. Y todo por no poder describirlo con palabras como: dos por dos son cuatro…

Retorno al punto inicial, que nos salva de la angustia: el conocimiento de sí mismo (puede sustituirse, según mi conocimiento, por cualquier concepto abstracto anteriormente mencionado u otro); ya sabemos ello. Sabemos quiénes somos, qué es el yo, qué es el otro, qué es el tiempo. Pero expresarlo nos retorna a la angustia, una angustia absurda in situ, ya que también sabemos del otro y podemos saber que hay un paralelismo con el otro, lo que nos hace saber que él sabe y él sabe que nosotros sabemos… es innecesario explicarlo entonces.

Supongamos que queremos, aun así, explicarlo. No sirve de nada porque entendería pero nunca lo experimentaría como nosotros. De ahí que cada quien tenga experiencias completamente distintas de vida y de apreciación, incluso al ver el mismo cuadro, oír la misma canción, leer el mismo libro… esto incluye al autor de las obras. Pero la forma más racional entonces de explicarlo sería sin pretender formularlo, solo decirlo y que el otro supongo lo que guste, o lo que pueda suponer y no esperar más, no esperar la comprensión, solo la empatía desde un nivel paralelo. Pero esto más allá de lo desesperanzado debe ser alentador, por la simplicidad que representa, la honestidad en sí y el reconocimiento de la situación, de los límites y sobretodo del otro.

Por lo tanto lo más difícil es lo más simple y viceversa: gnosce te ipsum. Conocerse a sí mismo es lo más simple, porque nos conocemos y es lo más difícil por dos razones: no podemos explicarnos porque encontramos la explicación a una pared llamada otro y en correspondencia y se nos responde (igual); y dos: porque en algún momento nos modificaron la idea o el concepto o el saber de cómo se sabe y cómo se conoce, es decir, incluso de cómo se siente. Por eso terminamos creyendo que no sabemos o no nos conocemos o no sentimos como deberíamos.

Todo esto parece absurdo ya que en principio yo mismo estoy expresando algo inexpresable sustancialmente como lo pretendo, sin embargo, en base a lo que dice Emmanuel Levinas en sus conferencias de “El tiempo y el otro” sobre la muerte, me amparo y busco la trascendencia en la absorción… fue mi apología, los complementos después…

Mictlan Arriaga V.

domingo, 8 de julio de 2012

BREVE ESTAMPA BREVE DE ALGÚN MEXICANO



          Hijo de la Malinche: En México somos hijos mestizos, de madre sumisa terriblemente, pero india; o esta, hija de la tierra tan acostumbrada a que le abran surcos en la espalda, en el pecho, en los pies, las manos, y en, sobre todo, la cara. De padre español, dicen que preso, con promesas de tierra libre, de bárbaros que subyugan a la mujer, a los animales, al hombre mismo y a sus inventos. Nosotros, tan acostumbrados a ser unos hijos de la chingada como diría Octavio Paz, pero chingada en su propio castigo, no chingada en la acepción ventajosa, la que debería de darnos un sentido menos machista, la que nos permite ver sus venas expuestas en el arado, la que nos deja en su lomo, la que nos carga sobre ella para poder sentirnos grandiosos sin que sea un logro personal, porque ella, la madre indígena que nos carga, va siempre viendo al suelo, va con la vista en la tierra. ¡Ah suerte la nuestra! porque esa madre cabizbaja que llevamos dentro es la que nos hace sonreír ante la adversidad, la que nos hace ver la tierra como un espejo y que hace que nos duela su ajado vaivén y su desgraciado futuro.


Mientras que nuestro lado masculino es un soberbio: nos cerramos al pasado tras las rejas y al pasado de violador de indias, al pasado no bárbaro, porque nuestro padre español no es un bárbaro, pero si egoísta, porque el mundo era un huevo y era para nosotros, porque nosotros tenemos muchos huevos, es lo que nuestra madre india nos dijo y nos enseño y aprendimos; sin bañarnos en el rio nuestra madre india nos enseño la diferencia entre los sexos, el que va arriba: el hombre; la que va abajo: la mujer. La virgen y la iglesia y la religión católica, todas mujeres y todas nos enseñan que el hombre va montado en la mujer, no es el español padre, es más la madre india porque un día nos damos cuenta de que nos ha abandonado… no, no nos abandonó, se fue con el padre viento y el abuelo fuego, porque ahí es donde sabemos, ahí en la experiencia aprendemos lo que somos, de dónde venimos y a donde vamos. Donde estamos es la cuarta dirección. Pero somos machistas, somos mexicanos, con un cru(z)e de caminos en el nombre, entre mujer y hombre, la mujer obediente y cabizbaja, el hombre agresivo y posesivo. Pero la mujer sale adelante porque carga al hombre, el hombre sale adelante porque lo carga la mujer, somos una simbiosis casi perfecta, casi necesaria.



Porque luego, en México, es un pecado ser puto. El que no brinque es puto. Y el puto es a veces la mujer que no trae a su hombre arriba, sino a otra mujer. Y el puto en México es el hombre que no va sobre una mujer, sino sobre otro hombre. Y eso, aquí, es pecado. Entonces también somos pecadores los que no nos atrevemos a ir arriba de nadie, no somos putos, ni hijos de la chingada, al parecer no somos nada. Porque teníamos una madre india y un padre español. Porque nuestro padre putativo indio no quiso o no pudo violar a nuestra madre putativa española. Un español con una india es cosa de dios, es civilización, es civilizar. Un indio con una española es una aberración, es inmoral, es pecado. Entonces México sumiso y machista, o los mexicanos sumisos y machistas, somos mestizos y somos una descripción vaga de una situación histórica con sabor a tabú. Entonces en México nos falta algo, nos falta reconocernos en nosotros mismos, no como todo lo dicho, sino en lo que falta por decir.



¿Qué es el mexicano? Es el mole, más que nada. Mas de cien ingredientes, y nos vienen a buscar y nos dicen mas de cien mentiras y pasamos más de 500 años recordando y aceptando lo que todavía no sabemos que somos. Entonces el mexicano es un signo de interrogación en la frente, aunque unos le vean cara de nopal, es cuestión de gramática. También somos una puerta siempre abierta. Somos la puerta. Somos la tierra. Somos los cien chiles y el chocolate; el cacao; las playas… las plazas y los entomófagos. Parimos futuro, casi nunca presente. Y es que en México el hombre también pare, el hombre a veces es madre y la mujer a veces es padre; en México el sexo a veces no importa porque se nos olvida que el que no haga ruido es puto. A veces no hacemos ruido.



En México nos gusta pensar que soñamos de a gratis, de gorra. Pero siempre nos cuesta, las más de las veces una historia en repeat, en ingles por cierto. Y es que en México, los mexicanos, los indios, los mestizos, los españoles y las sátiricas versiones de nosotros mismos no nos burlamos de la muerte, cómo, si es nuestra hermana, la hermana virgen con la que todos nos queremos casar. No me cansen con incestos psicoanalíticos, todos queremos a la hermana muerte. Y le hacemos fiesta, le damos dulces como a la hermana pequeña, la respetamos jocosamente como a la hermana mayor. Y casi todo el año la enterramos en un altar de veladoras como a la madre virgen para acordarnos de la lucecita que nos lleva todas las noches a Janitzio, a Guanajuato, a mezcal, a tequila, a Oaxaca, a la colonia roma… y en todos lados huele a muerte, aquí le decimos a tierra mojada, porque hasta en el desierto a veces nos huele a tierra mojada.





El mexicano es el cuerno de la abundancia que le da forma a nuestra geografía. No leemos porque si leemos nos da miedo y el hombre mexicano (y la mujer y su mujer) no tienen miedo. Aquí nos enseñan a jugar con fuego, hasta en los semáforos. Aprendemos a ladrarle a los perros y curarnos de espantos. Podemos gritar con todas nuestras fuerzas que somos la raza más fuerte, la cósmica, la criolla, los hijos de Villa y Zapata, de Malinche y Cortés, de Hidalgo y su costilla o de Morelos y Pavón. Somos hijos de la fortuna, lo que nos infiere una superioridad habitual en nosotros, pero díganme: ¿Qué hacemos con un país lleno de tantos tan cabrones? Y es que también somos cabritos y vacas y bueyes; gallos, puercos y ratas. Unos zopilotes y comemos huitlacoches. Acociles y comemos chapulines. En la panza somos tepoztecos, en la cabeza traemos una luna con conejo y en el corazón un venado azul que recorre nuestras venas cuando nos acordamos de él y de su cuna.



Es que el mexicano somos y es la mariguana y el peyote; el floripondio y el lophophora williamsii; toloache y semillas de otra virgen. Lupitas y marías tatuadas en la piel más que un Cristo y más que a nuestra jefecita; somos un grupo de estudiantes inconformes un día pero al siguiente ya nos acostamos con la hermana muerte y amanecemos todos, todos, todos tirados en plazas públicas, pero no pasó nada. O decía Monsiváis, más bien escribía: no pasa nada porque siempre está pasando todo. Amanecemos con la muerte pintada en el cuello, en la frente y en las manos, la completamos en el cerro cuando el tecolote canta y nos vamos con el sol escuchando canciones de un tal José Alfredo.



La poesía nos resbala, porque no nos damos cuenta de que la vamos viviendo, en la plaza, en la carretera, y nos llega de a poco, tan de apoco como la canícula y cuando la traemos encima ya no nos gusta, estamos llenos de ella. Ella se llena de nosotros y vienen otros y se la llevan a otras latitudes que no conocemos. Porque México es nuestro mundo, es nuestro huevo, después de las fronteras somos otros, somos turistas y chauvinistas y nos llega la Malinche como una madre traicionera pero amorosa: nos escondemos a llorarla porque no nos gusta el tequila, que siempre no, pero soy mexicano y me lo empujo a mordidas de jalapeño porque soy folclor que me hace existir. Por eso nos escondemos a llorar la raíz de nuestros mezquites y ahuehuetes y agaves multicolores.



Nunca somos ilegales, sólo cruzamos la tierra para ver qué se nos olvidó del otro lado; nunca somos clandestinos, sólo usamos mascaras para festejar la suerte que traemos en los grandes ojos oscuros, porque no son para nadie si no son para nosotros. Yo elijo quién me pega. Yo elijo a dónde no me dejan entrar porque siempre hay mejores lugares a donde no ir. Yo elijo dónde no me quieren y dónde me quieren: no hay mejor dueño de su destino que el mexicano. Con el zarape escondo los latigazos que yo quise llevar y que no quiero que nadie vea, solo la noche porque la sangre hace crecer al maíz, la sangre del mexicano, del mestizo.



Un día nos plantaron en algún lugar entre las coordenadas 32° y 14° norte y 86° y 118° oeste como quien hecha un volado y la moneda no es para jugar rayuela, es para jugar con el azar planteándole, tramposos, solamente dos posibilidades: ser o no ser, mexicano. A veces el azar gana y a veces pierde, todavía no sabemos cuándo, pero a veces lo que si sabemos, somos mexicanos y otras veces es el “resto del mundo”. Y cuando cae mexicano nacemos todos, porque somos todo lo que dije y lo que no he alcanzado y lo que no he sabido decir. Somos el diccionario de México. Somos como una receta: agréguele especias al gusto, mézclelo con fuerza, muélalo en molino de piedra con tanta fuerza como posea, caliéntelo, macérelo, quémelo, haga lo que quiera y después sírvalo, frio, caliente, al tiempo, da igual, lo más importante es saber con qué acompañarlo, porque el mexicano, todos nosotros juntos, siempre estamos solos con nosotros y nos defendemos y nos acompañamos, pero seguimos siendo uno, el solo, el catrín, la muerte, el nacido bajo tierra y agua, los de barro y fuego, solo nos falta un soplido para existir desde los huesos de Quetzalcóatl y un soplido para regresar al caracol a jugar que somos otro, el mismo.



Nos call(y)ó el chahuixtle.

Mictlan Arriaga V.


domingo, 25 de marzo de 2012

TODOS NUESTROS MUERTOS


                Hay que tomar en cuenta que al caminar debemos ir escuchando algo de buena música, dentro de nuestra imaginación. Ir con la cabeza gacha, o viendo hacia el suelo, es fácil que me distraiga una mujer, unos amigos, las personas con sombreros curiosos y alguno que otro poeta, poetisa, revolucionario…

                 (Susana Chávez, Ciudad Juárez, 5 de noviembre de 1974 – Ciudad de México 6 de enero de 2011. Poetisa y defensora de los Derechos Humanos. «Ni una muerta más»)

                Pensaba seguir caminando, pero para eso están los demás, para mover el mundo, hacer rodar la piedrota… es más fácil tocar una guitarra, tocarla bien ya es otra cosa, solo me refería a tomar algo como si fuera un poco de jabón: suave, fresco, que huele bien…

                (Gary Moore, Belfast, Reino Unido, 4 de abril de 1952 - Estepona, Málaga, España, 6 de febrero de 2011, guitarrista de la banda Thin Lizzy.)

                Entonces un pequeño sonido, pero exacto en el momento exacto, en el tiempo exacto, te hace pensar en repetir la música; pero la has perdido, fue todo preciso, incluido el paso con el pie correcto en el lugar adecuado… se fue…

                (Eugenio Toussaint Uhthoff, Ciudad de México, 9 de octubre de 1954 – 8 de febrero de 2011. Pianista y compositor de jazz y música de cámara.)



                Sigo sin ser lo que quería ser. La ontología es una constante de lo que viene siendo. Siempre juego con las palabras, soy algo lúdico, no un laudero. ¿Y si lo fuera? ¿o un luthier? ¿Eso cambia las cosas? Eso no cambia nada, ni las cosas ni las voces ni el sonido que fue antes que la luz: para haber principio tuvo que haber sonido; el sonido acelerado fue la luz.

                (Rita Guerrero, Guadalajara, Jalisco, 22 de mayo de 1964 - Ciudad de México, 11 de marzo de 2011. Artista, creadora de música y teatro. Apoyó al Ejército Zapatista de Liberación Nacional y a la izquierda electoral. Falleció a los 46 años a causa del cáncer de mama. “Mil y una noches y yo sigo despierta, después de todo ni que me hubiera muerto”…)

                Aun así faltan historias. A partir de hoy extraños. La otra parte es la respiración: si un sonido viene de afuera que sea la entrada del aire en nuestras fosas nasales. (¡ALTO!) Hay que encerrarnos dentro de nosotros. Dentro de cada uno... ¿Y la sobredosis de tiempo que pedí hace tanto?

                (Gonzalo Rojas Pizarro, 20 de diciembre de 1917 - Santiago, 25 de abril de 2011. Poeta de las vanguardias latinoamericanas. "Vienes y vas, y adoras al mar que te arrebata con su espuma,
y te quedas como inmóvil, oyendo que te llamo... ")

                Por la noche vi mis manos con cinco dedos en una de ellas, con cuatro en otra. Dios está hecho a mi imagen y semejanza, así que debe de tener nueve dedos también. Si en la calle encuentro un cojo su dios debe estar cojo. Yo también tengo un dios cojo cuando juego a que no tengo un pie, una pierna. Tomo un cuchillo y empiezo a cortarme las extremidades; quiero conocer los límites de dios. 

                (Ernesto Sábato, Rojas Buenos Aires, 24 de junio de 1911 - Santos Lugares, 30 de abril de 2011. Escritor, ensayista, físico y pintor. “¡Yo soy un anarquista! Un anarquista en el sentido mejor de la palabra. La gente cree que anarquista es el que pone bombas, pero anarquistas han sido los grandes espíritus como...”)

                Y seguimos caminando, así, sin fe. Fée en francés = hada. + Olor de alas quemadas = mosca. / la tierra = ciempiés ≠ milpiés. Sin raíz cuadrada posible. + 1 billón de almas desperdiciadas, premios innobles y 2 billones de etc. = die welt… antes la hadas nos comían, puede ser que fueran las sirenas…

                (Leonora Carrington, Lancashire Inglaterra, 6 de abril de 1917 - Ciudad de México, 25 de mayo de 2011. Pintora y muy surrealista, escritora “El esqueleto era feliz como un loco al que le quitan la camisa de fuerza. Se sentía liberado, al poder caminar sin carne. Ya no le picaban los mosquitos.”…)

                No puedo cantar con la boca sucia… con los pies y las manos sucias. Eso si, puedo vivir con la mente sucia y pensar mal de todos, de ti y de mi. Pero pensar mal en el buen sentido… haré trompetillas con las bocas y las manos de mis personajes. Je veux parler à deux temps avec Borges...

                (Jorge Semprún Maura, Madrid, 10 de diciembre de 1923 - París, 7 de junio de 2011. Escritor, intelectual, político y guionista cinematográfico, en francés “Se arriesgaba todo en cada momento. Todo, porque no sabías nunca cuál iba a ser no sólo el mañana sino el más allá de unas horas después, porque siempre podía ocurrir algo: o de flaqueza personal, que de derrumbase, o el accidente de tropezar con un guardián de la SS borracho, dispuesto a ejercer su sadismo ese día contigo, contra ti. (…) Eso siempre va mezclado con su contrario: de repente un cielo azul, o una chica que pasa a lo lejos, o una conversación con un amigo, o dos frases de un libro, cosas que antes tenían su importancia, pero relativizada y ahora tienen un valor absoluto, una belleza absoluta”.)

                Solo es que soy ególatra. O sea demasiado humano. Pero gracias a dios no soy altruista y mi ateísmo lo compensa demasiado bien. A donde quiera que voy dios ya ha llegado… y ya se ha ido también.



                (Rodolfo Enrique Cabral, Facundo, La Plata, Provincia de Buenos Aires, Argentina, 22 de mayo de 1937 - Ciudad de Guatemala, 9 de julio de 2011. Cantautor, escritor y filósofo “Pregunté a un viejo Tarahumara por qué no usaban armas para defenderse de los cuatreros, y me dijo: Si las armas fuesen necesarias, habríamos nacido con ellas. Me dijo un campesino chino: Si quieres ser feliz un día emborráchate, si quieres ser feliz una semana cásate, si quieres ser feliz toda la vida sé jardinero”.)

                De un tiempo para acá mis sueños me atormentan. Hace algunos días no soñaba, eso también atormenta. Pero anoche soñé que estaba en Paris… hablé un poco de francés, encontré a alguien que me traducía el resto, muy amable… necesito trabajo, necesito dónde hospedarme, barato. Los franceses son muy cálidos, son muy hedonistas. Supe que dormía y despertaba de inmediato como sucede. Al despertar había sido parte de una orgia, hasta en los sueños existe la culpa sin sentido… al despertar aún estaba ahí…

                (Lucian Freud, Berlín, 8 de diciembre de 1922 - Londres, 20 de julio de 2011. Pintor y grabador, artista figurativo.)

                 Cómo quisiera ser un desgraciado. Alcohólico, cínico, drogadicto, imbécil. Parece que soy un tanto débil, suave.
                ¿O será que si lo soy? Soy un desgraciado.        

                (Amy Jade Winehouse, Londres, 14 de septiembre de 1983 - 23 de julio de 2011. Cantante y compositora de origen judío. Mezclo soul, jazz, R&B, rock & roll y ska.)

                 Mis intenciones no son buenas. Mis expectativas si se corresponden con la realidad jamás serán un abrazo frio. Si tuviera valor la realidad seria otra. Casi como un cuadro de Chagall… pero el violinista flotante siempre se queda con ella. El del ataúd soy yo…



                (Eliseo Alberto de Diego García Marruz, Arroyo Naranjo, Cuba, 10 de septiembre de 1951 - México, D. F., 31 de julio de 2011. Periodista, novelista, poeta y guionista cubano que vivió en el exilio en México desde 1990 “Si algún compatriota, en cualquier agujero del mundo, se reconoce en una de estas páginas y se recuerda en mis recuerdos, me sentiré acompañado. Lo único imperdonable es el olvido.”...)

                “Casi” debe escribirse siempre entre comillas. “Casi” no cuenta para nadie… para Cortázar “la consumación es un acto accesorio”… hoy “casi” he ganado el Nobel de (coloque aquí el sustantivo que prefiera).

                (Tomás Segovia, Valencia, España, 21 de mayo de 1927 - México, 7 de noviembre de 2011. Escritor, poeta y ensayista “Algo debe morir cuando algo nace; / debe ser sofocado, y su sustancia / chupada para ser riego o lactancia / en que otro ser su urgencia satisface. // No habrá otra hora pues en que te abrace / mientras muerdo en la cándida abundancia / de tus dos pechos; no habrá ya otra instancia / en que tu cuerpo con mi cuerpo enlace;”.)

                Si me dices eso arrancaré tu ropa. Tus pies sonaran en mi cabeza como un péndulo al roce de mi boca…

                (Daniel Sada Villareal, Mexicali, Baja California, 25 de febrero de 1953 - México DF, 18 de noviembre de 2011. Poeta y narrador “Traicionarme a mí mismo. Ser insincero en mi manera de escribir, acoplarme a las exigencias del mercado, no vislumbrar lo que es mi mundo; es decir, adoptar una posición que me es totalmente ajena. Necesito escribir lo que sale de mi corazón, estrictamente”.)

                Un cigarro es perfecto. Define un tiempo circular, completo, con la exactitud de nuestros pulmones como medida. Se entabla la conversación necesaria. A veces pueden ser dos temas y son dos cigarros. Pero nada banal. Un cigarro contiene una medida perfecta: tus palabras.

                (José Miguel González Avelar, Victoria de Durango, Durango 19 de marzo de 1937 - 22 de noviembre de 2011, México.  Escritor, ¿Qué más? “Arte, la letra / se verla al revés, / al revés y al revés se ver la / seda de comodino sonido, mocedades / y nanis, / sobre verbos, abajo se deshojaba y / aviesa la ceiba / desde su sed sed de sed,  / hoy lujoso julio / Aries se ira / dices se cid / salta atlas / y seno pones, seno mil limones y / o ni verbo porto yo soy otro pobre vino.” [Palíndroma, por cierto])

                Baila negra. Baila blanca. Baila pero como el ajedrez. Un paso de cada color. Baila pero descalza, porque así somos más tierra, somas mas mestizos mixturas, mozos y enjambre del cascarón. Cada uno menos; dicen que el baile sigue, pero los pasos ya no suenan, o suenan cada vez menos. Hasta siempre…

                (Cesária Évora, Mindelo, São Vicente, Cabo Verde, 27 de agosto de 1941 - 17 de diciembre de 2011. Cantante, «la reina de la morna», «la diva de los pies descalzos», se presentaba descalza sobre los escenarios, en solidaridad con los vagabundos y las mujeres y niños pobres de su país “Tiempo y silencio / Gritos y cantos / Cielos y besos / Voz y quebranto // Nacer en tu risa / Crecer en tu llanto / Vivir en tu espalda / Morir en tus brazos”.)

                Igual que verte dormir; es una especie de despedida incierta… ya no sé donde se nace, donde se es. Fútil, futuro, funámbulo, fúnebre, funesto. El silabario siempre es descendente. Seguimos caminando como dormidos, como un agudo pero grave grito reptante; el retumbe de los pasos nos llega como ondas en el agua: los lleva el viento y se los lleva. Igual que verte dormir, pero en un imaginario: bajo tierra, pero hecho gusano, bajo tierra hecho raíz, bajo tierra todos nuestros muertos.

                ¿Cuántos más? Y todos cada vez más solos.
Todos nosotros cada vez más solos.
Todos más solos, cada vez.
Más solos, cada vez, todos.
Y todos nosotros cada vez más solos seguimos caminando.

Mictlan Arriaga V.