La cosa es
simple: ¿Qué es lo ideal, escoger a la pareja de vida con la cabeza o con el
corazón?... antes de que se me tache de cursi analicemos, o sea, hay que
separar el todo (sic) en sus partes (sic 2).
La primer
parte (o de arriba para abajo): la cabeza. Gran problema pues muchos de los
pensadores que analizan el amor (sic 3) lo consideran un estado de locura o de
somnolencia, una hipnagogia si quieren, un estado de estupor disfrutable, una
especie de depresión bonita; o sea, como si tuviéramos gripa, pero con el
corazón a todo lo que da. Sigo pues en la cabeza. Por eso algunos dicen que no,
que el amor no va por esos vericuetos. Sin embargo ubicuidad: que arroje la
primera piedra el que no se haya equivocado todas (o casi todas) las veces que
escogió su pareja con el corazón, ergo, lo ideal es pensarlo bien. Sería
entonces como comprar un coche (hombres) o una bolsa (mujeres) (perdón por lo
sexista, pero pretendo ubicarnos), entonces el hombre no elige el coche que su
corazón le dice, elige el que llena sus NECESIDADES, igual la mujer: elige la
bolsa que NECESITA.
Una necesidad
es la ausencia de algo indispensable para vivir, o menos ortodoxo: sería lo que
queremos tener de acuerdo a lo que creemos necesitar. Amor-cerebro seria elegir
el más apto para nosotros, así bien animal y primitivo el asunto.
¿Entonces por qué
no elegimos a la mujer/hombre que llena nuestras necesidades? Y me refiero a
necesidades biológicas, mas allá de necesidades sociales-exhibicionistas. No
tengo la respuesta, pero tengo una aproximación: por estúpidos. El cerebro se
nos ha ido atrofiando gracias a las prótesis que la sociedad nos ha ido
poniendo, prótesis que no necesitamos como lo es el consumismo en sí. Entonces uno
prefiere una mujer/hombre delgada aunque sus características reproductivas
estén atrofiadas o aunque la tisis esté en su punto más alto. Tampoco digo que
escojamos personas con sobrepeso, aunque hay un dato interesante al respecto:
en ciertos lugares del mundo se escogía a personas con sobrepeso por un
principio simple: puede adquirir el alimento necesario, nada nos faltara con
esa persona porque puede proveer. Pero no, seamos más racionales: lo ideal es
una persona con características acordes a NUESTRAS NECESIDADES, no a los
paradigmas de la sociedad.
Pero… siempre
hay peros. ¿El sentimiento? La idea no es encontrar a una fórmula, una persona
que sea como una especie de pieza de tetris encajando en un grupo de otras
piezas en nuestro cerebro, sería muy limitado al sistema tan complejo de
pensamiento que es el hombre. O sea, hay un desarrollo cognitivo e intelectual
y si la persona que está a nuestro lado no tiene dicho desarrollo adecuado a
nuestras necesidades futuras nuestra fórmula original se echa a la basura. ¿Podríamos
prever esto con una correcta elección cerebral? Pues no, porque el desarrollo a
futuro incide también en somatotipos y genética y demás cosas, en resumen
tendríamos que pasar por una maquina que escaneara el cien por ciento de
nuestro ser para poder indicarnos la pareja adecuada… ni es posible hoy en día
ni es la idea. No es una cosa tipo “Mundo feliz”. Además si así fuera es más práctico
las sociedades comunales donde dos o más personas viven juntas y cooperan para
sobrellevar gastos comunes de casa. Pero perderíamos un elemento retrograda, que a mí me encanta: ser dos en una unidad. Un
poco cursi; pero puedo ser mas cursi, ser uno en dos personas, o sea, la
pareja, que para mi sigue siendo el ideal, lo otro seria un amor comunal y sería
tema de otro divague posible, otro día.
Ora, el
corazón. O los sentimientos pues, porque no quiero tener que aclarar que el
hombre supone que los sentimientos se alojan en dicha víscera solo por la
alteración del ritmo cardiaco cada que hay una emoción, llámese como se llame pero
sí creo que las dos que alteran mas los latidos es el amor y el miedo. Pues
bueno, acordemos para variar el corazón como saco, no de sangre, sino de amor…
Creo que
explicar esto se me facilita un poco más, al menos la perspectiva, porque ya lo
dije arriba: ¿Quién no se ha equivocado al elegir a su pareja basándose en
sentimientos y sin poner un poco de razón? En serio, que levante la mano porque
es como sacarse una lotería mundial con menos probabilidades que las de
encontrar un perro que habla y luego te caiga encima un rayo… cliché.
Y es que
resulta fácil: siempre las personas (yo me excluyo) se enamoran más de quien más
daño les hace. He buscado la forma de explicar esto y no se me ocurre otra que
la diada salud-enfermedad. Supongamos que tu eres una persona que por azares
del destino nunca se enferma en la vida: no apreciaras la salud en su justa
medida. Ahora eres un tísico, una persona que se enferma fácilmente; lo que
sucede es que fácilmente quieres la salud, la añoras, la necesitas. Pues bien,
cambien el sujeto por amor pero la sensación que sea la misma: en una relación
donde nunca hay pleitos y siempre estamos felices se nos genera un estado de
monotonía y de costumbre donde no se mueven las emociones y el amor se confunde
con la nada, como la salud, que uno no sabe cuando la tiene porque no se
siente, el amor igual. Y cuando se va, si hemos llegado al punto de la
costumbre, el sentimiento sigue suponiendo que regresará, de ahí que no se
aprecie una buena relación.
Al contrario,
una relación de “pégame pero no me dejes” nos muestra a diario los dos polos
del sentimiento, así que se va generando una dependencia basada en los buenos
momentos y el temor a no tener la compañía de la pareja a pesar de los malos
momentos. Así de fácil es el por qué se hacen adictos a las malas relaciones…
¿o no? Además de otros elementos que son piedritas al costal que tampoco caben
mencionar ahorita aquí.
En fin, ni
corazón que es montaña rusa del amor ni cerebro que es agua tibia en un día
tibio. Entonces que Arjona no me venga con eso de “escoger con el cerebro lo
que es del corazón” que eso si, debo confesar que me encanta la rola con el
minimalismo o la sobriedad del piano, como le quieran llamar.
Mi propuesta:
sentir y saber lo sentido. O sea, se debe sentir intensamente toda la vida: el
bien y el mal, el dolor y el placer; luego darnos cuenta de lo que estamos
sintiendo, pero no razonarlo, entenderlo que es distinto. La razón actual nos
dice que hagamos un esquema, que analicemos, que construyamos un diagrama, etc.,
lo que sea. La idea, la mía al menos, es saber lo que es, simplemente, vivirlo como
es, así como eso del respeto al derecho ajeno: si respetamos entendemos al otro
aunque no comulguemos ideas. Igual con los sentimientos, entenderlo y aceptarlo
tal como es. Ahora bien, en cuestión de amores…
Pausa larga…
Pues la cosa
es simple: esperar la persona adecuada, ya el cerebro sabrá ponerse de acuerdo
con el corazón si hemos entendido lo que se siente y lo que es en sí el amor. El
cerebro solo pondrá en orden lo visceral que llegamos a ser en las relaciones,
es como si cada vez que haya problemas (habrá problemas que si no no es amor)
entendamos la parte del respirar de las piedras y la situación llamada otredad
(para mas aclaración sobre la otredad agarren un buen diccionario de filosofía).
Pero así es, un poco de sesos y un poquito de sangre, un hilito apenas de cada
cosa para un rico taco… amo la cocina… Au revoir!
F. Mictlan Arriaga V.
P.S. Gracias por ponerme a escribir mi hermano, me hacia falta.
P.S. 2 De todas esta es una de las mejores rolas...